HERMANDAD DE VETERANOS DE INFANTERÍA "REGIMIENTO ESPAÑA 18"

 

           

 

 

RECUERDOS DE LA MILI por Turu              

                                                                                    Turu durante el servicio militar

 

 

    Os voy a poner un recuerdo de algo que nos pasó a un grupo de soldados, y lo comento porque me imagino que ya habrá prescrito, esto fue hace más de 20 años.

   Cuando los mundiales de fútbol del 82, que se celebraron en España, nos enviaban a gente de nuestro Regimiento, supongo que de otros también, a vigilar puntos de interés, supongo que para evitar que sabotearan los encuentros.

   Nos enviaron a un grupo de soldados, un par de Cabos 2º, y un Sargento, que no recuerdo quien era, a una Subestación de electricidad o algo parecido a las afueras de Cartagena. Hacíamos las guardias por parejas, con dos horas de puesto y cuatro de descanso, durante un par de días seguidos, si no recuerdo mal.

   Cuando llegamos al lugar, nos acompañó un Capitán de carros, que no recuerdo su nombre porque no era de nuestra compañía, no se si era Sanz, que creo que estaba también en el Hogar del Soldado. Y que en las fotografías que ha puesto JOFECA, en Historias de la Mili, en una que hay un grupo de Oficiales junto a un General, enfrente del Cuerpo de Guardia. Creo que es el Teniente que hay agachado adelante, con la rodilla en el suelo.

   Se puso a llover, y no teníamos donde resguardarnos, no había garita ni nada. Cuando salimos del puesto, a pesar que habíamos llevado tiendas, debe de ser que el Capitán, había echo alguna gestión, y nos dejaron pasar a unas oficinas que había dentro, y en un cuarto, nos instalaron a la tropa para dormir en sacos de dormir. El Sargento, se quedó todo el tiempo fuera, en su tienda de campaña, me recordaba a Snoopy, en las historias de Charlie Brown.

   Bueno, como decía, salimos de puesto, nos entramos en el cuarto, dejamos las botas mojadas en el pasillo y la ropa también mojada. Y junto a ello el armamento (Subfusiles), y la munición correspondiente (dos cargadores cada uno). En cada puesto estaríamos 8 ó 10.

   Cuando el Cabo pasó a llamarnos para prepararnos y volver a entrar de puesto, nos asomamos al pasillo a coger la ropa, y no estaba, estaban solo las botas. Y la ropa estaba repartida por todos los radiadores de las oficinas, y nosotros en calzoncillos. Un señora que estaba allí limpiando, le dimos pena, debía ser que tenía ella algún hijo haciendo la mili, y nos había puesto la ropa a secar con toda su buena voluntad. Nos la recogió calentita, y nos la pasó, y nos vestimos.

   Salimos, y tampoco estaba el armamento ni la munición, a la mujer le estorbaba para fregar, y lo había metido en el cuarto de las escobas y las fregonas. Pero si se lo hubiera querido llevar a su casa, tampoco se habría dado cuenta nadie.

   Yo me imagino que si de eso se hubiera enterado el Capitán, lo mismo todavía no nos habríamos licenciado

   Desde un Cuartel de la Guardia Civil, debían de abastecernos de algo, creo que era agua, pero no estoy seguro, y no nos llegaba.

   El Capitán que de vez en cuando iba a darnos una vuelta, le comentó el Sargento que no nos habían llevado lo que fuera. Y cogió el coche que le había llevado, y al primer soldado que pillo con cara de despistado, que era yo, me dijo que cogiera el Subfusil y me subiera al Land-Rover con ellos. Los conductores llevaban también Subfusil.

   Fuimos a un Cuartel de la Guardia Civil, nos bajamos a unos metros de la puerta. Nuestro capitán vestido de azul, con la gorra de carros de aquella época, antes de que se cambiasen a boinas. Con una estrella en el centro y las demás donde Dios quería, que había que darle la vuelta para ver cuantas estrellas llevaba, y un Guardia Civil mayor, en la puerta, sentado en una silla de enea tomando el fresco.

   El hombre al vernos llegar, el Capitán andando a toda leche, y nosotros (el conductor y yo) detrás. Dio la voz.

- ¡Cuartel……..!Capitán de la Legión!. El hombre titubeando.

   Al momento salió un Teniente de la Guardia Civil a recibirle. Y nuestro capitán, le dijo al Teniente.

- ¿Yo soy Capitán de la Legión?.....Dame el nombre de este tío.

  A lo que responde el Teniente.

- Mi Capitán, este hombre es mayor, ha venido de fuera, y no ha visto nunca un uniforme como el que traen.

  Y contestó el Capitán.

- ¡Ah ….si!......¿Que te parece bien?.......¿Que le vas a tapar?........Dame tu nombre también.

   Se entró con el Teniente en un despacho, nosotros nos quedamos en la puerta esperándole, y al rato salió con un papel en la mano, con el nombre de los dos, y nos fuimos.

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Ya he comentado en alguna ocasión, que yo estuve en el Regimiento durante 1.981-82. Estuve en la banda, y tocaba la gaita.

Como ya habéis hecho referencia al maestro de la banda, entonces Brigada Navarro. Comentar que en un par de llamamientos posteriores al mío llegó su hijo como soldado voluntario, tocando el tambor. Ya he leído que hace unos años era Sargento, cosa de la que me alegro.

Normalmente los de la banda no hacíamos guardias, solo los cornetas. Por lo tanto cuando nos tocaba, era por que la circunstancia era un tanto especial, y nos cogían a los que habitualmente no hacíamos, músicos, escribientes, personal de oficios. Cuando nos nombraban guardia nos comentaba el Brigada que se lo dijéramos, nosotros pensábamos que era para que nos la quitase, pera nada, la conversación era siempre la misma.

- Mi Brigada, que para mañana nos ha dicho el furriel que vamos a tener guardia.
- Pues si tenéis guardia,…..os jodes.

Una mañana, estando de guardia, pero sin estar en la garita, estando en el Cuerpo de Guardia, el Oficial de Guardia, el entonces Teniente Jerez (Francisco Jerez Gonzalez), y de Cabo 1º de Guardia Casas. Creo que era de los profesionales (no se exactamente si se le daba este nombre a estos Cabos 1º). El Sargento de Guardía se quedaba con otros cuantos soldados en el calabozo y el polvorín.

Sale el Teniente y de dice al Cabo 1º, que mande a por el pan. A por el pan solían ir dos soldados y un Cabo 2º, con una banasta. Se cogía en un lugar que estaba como a diez metros del Cuerpo de Guardia, justo detrás.

El Cabo 1º, en vez de coger a dos de nosotros, manda formar la guardia, y pide dos voluntarios para ir a por el pan, debió de ser porque nos pareció tan desorbitado formar la guardia para eso, que no salieron voluntarios. Pensó que algo tendría que hacer para que alguien saliera para ir a por el pan, y nos mandó un “paso ligero”, por el camino que había, junto a la tapia del Regimiento, y que salía de frente al Cuerpo de Guardia, que por cierto era una buenas cuestas.

Nosotros salimos a paso ligero, y él se quedó en la puerta del Cuerpo de Guardia, comentamos, que cuando ordenara media vuelta, hiciéramos como que no le oíamos y siguiéramos corriendo. Al momento oímos.

- Media vuelta……ar.

Nosotros seguimos. Y el cada vez lo decía más fuerte, y nosotros estábamos cada vez más lejos.

- Media vuelta…..ar.
- Media vuelta…..ar.
- Media vuelta…..ar.

Allí no se daba la vuelta nada, y la guardia estaba ya “atomarporsaco”, del Cuerpo Guarida, y él solo y gritando.

Al oír las voces, salió el Teniente, a ver que pasaba, y cuando vió el panorama salió corriendo el Cabo 1º detrás de nosotros, y ya decidimos que a la siguiente voz nos volviéramos todos, así parecería que ya si le hemos oído. Efectivamente, a la siguiente vez, dimos la media vuelta.

Cuando volvimos a nuestro sitio, y el Teniente le preguntó por lo que había pasado, y el respondió que lo hizo porque no salían voluntarios para ir a por el pán, a diez metros de donde estábamos, la bronca que se llevó fue se debió de oír en todo el cuartel.

Una abrazo tanto a Casas como a Jerez si me leéis.
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UNA HISTORIA DE MILI I
Un día de las Fuerzas Armadas en 1.981.

Julio Brito Rodríguez, alias el Canario, es un muchacho como todos los muchachos, con sus peculiaridades, con los pies algo planos y torcidos para dentro, con las pierna torcidas también para dentro, aunque si no se fija uno mucho, y él esta quieto, casi ni se le nota, su poquita de chepa, y su papada. Pero con un gran corazón, una cabeza muy bien amueblada, una sensatez a rebosar, y un cinturón que se le pierde por debajo de la tripa.

Hoy, se celebra el día de las Fuerzas Armadas, y en la puerta, está formada la compañía desde las ocho de la mañana con la ropa de bonito, llevan a discreción más de tres cuartos de hora, con el cetme entre las manos, digo que están esperando que llegue alguien. Brito, el Canario, con su uniforme de faena color azul, de carros, y su gorra azul de barco, cuartelera y capada, le envuelve la cabeza como si fuera un trapo que le protegiera el pelo.

Junto a la tropa formada, y haciendo corrillo, como ocho o diez suboficiales, charlan entre ellos mientras fuman, vestidos también con su ropa de bonito y sus camisas blancas. Brito, el Canario, está apoyado sobre una fregona que tiene entre las manos, con un trapo de limpiar el polvo blanco, y la chupita remangada hasta medio antebrazo, observa con cara de orgullo a sus compañeros preparados para el acto.

En una cama, Antolín Gómez Arévalo, alias el madriles, natural de Sigüenza, en la provincia de Guadalajara, lleva como veinte minutos dormido en una cama que no es la suya, sobre la colcha, con el uniforme de faena azul, las botas puestas, la gorra cuartelera sobre la barriga, y las narices rojas e hinchadas como un pimiento.

Brito, el Canario, llegó un día a la Plana Mayor de Carros, por uno de esos caprichos que tiene la vida, y poco tardaron en darse cuenta de que algo raro se le apreciaba. El decía que era totalmente normal como usted y como yo, la única diferencia es que era hijo de primos hermanos, y eso marca su carácter.

Brito, el Canario, solí hablar de cosas serías e intrascendentes, aunque no se le entendiera, con su fiel amigo Antolín, el madriles. Antolín aficionado al canto, con voz de tenor tirando a barítono, por eso del vino y el tabaco, pensador, y escritor autor de algunas notas poco entendidas por los demás, a eso de las once de la mañana o cosa así, se le ve en la compañía que no puede tirar ya de su alma, borracho hasta las trancas.

El sol comienza lentamente a apretar a la tropa que continúa a discreción, y que algunos se han sentado ya en el bordillo de la acera del comedor, mientras los suboficiales, se apegan a la pared buscando la sombra.

Brito, el Canario, se ha dejado en la Isla de la Palma, a su hermana Milagritos, mujer alta, bella y enigmática, según cuenta en sus cartas a Antolín, aunque en realidad parezca un loro albino, cargado de bisutería, y si algo tenía en común con Antolín era su mutua afición al vino, si también es cierto que la Milagritos hacía peor vino que Antolín.

Un Miércoles por la Mañana, el Capitán Leiva, protector de Brito, el Canario, que desde el primer día que le vio le rebajó de cualquier servicio de armas, y a quien tenía enchufado en la compañía y le mantenía encargado de la limpieza de los baños, que jamás se vieron tan limpios como desde que está el Canario, digo que para eso el capitán tiene buen ojo.
Le dijo, que según un informe elaborado por el médico del Regimiento, podía marcharse a su casa, por no se que palabras raras de las que los médicos utilizan.

- No señor, yo no me voy a mi casa, desertar es algo muy feo.
- No hijo, lo que yo te digo no es desertar, y tampoco creo que esté mal.
- Mire usted Don Ignacio.

El Teniente Lucena, que se encontraba también en el despacho, recriminó a Brito, el Canario, a quien dijo que al Capitán se le decía “mi Capitán”, no Don Ignacio.

- Pues eso, mi Capitán Don Ignacio, que si yo estuviera seguro de que los vecinos de mi pueblo, no me iban a tirar el pilón, o a meterme la cabeza en el horno del pan, cuando llegase y me dijeran que me había tenido que ir por inútil, yo no me lo pensaba, yo me iba a mi pueblo, abría una barbería y me casaba allí, pero así no señor. ¿Usted que cree?.

La verdad, es que Don Ignacio, bueno mi Capitán, digo que se quedó helado, y no supo ni que decir, no dijo ni que si ni que no.

Brito, el Canario, debe de ser que ha tomado tanto afecto a Antolín, el madriles, a quien el Capitán tiene también rebajado de cualquier servicio de armas. Parece que este Capitán tiene tendencia a rebajar a la tropa del servicio de armas, como si fuera algo que no pudiera evitar el hombre. Pues eso, que al Canario, le gusta Antolín, como cuñada, y en los pocos momentos que el madriles no está durmiendo las borracheras que coge a diario, le habla de su herma Milagritos con tanto entusiasmo que un Sábado del mes pasado, enviaron una carta a la Milagritos, donde Antolín, diciéndola que era cabo, que era ingeniero industrial, que medía uno ochenta, y que era guapo y apuesto. Recibiendo otra carta, a vuelta de correo, pidiéndole la Milagritos una foto.

El Canario y Antolín, soldados ocurrentes, sensatos y serenos. Le contaron su problema a Ildefonso Oliarri, Cabo segundo, escribiente en la compañía, que presumía de tener buena letra y entender de cuentas, que se afeitaba todos los días, usaba Barón Dandi, y que pronunciaba las “eses”, como nadie. Le solucionó el problema en menos que se santigua un cura loco. Le dio una fotografía suya de carnet, para que le enviaran a la Milagritos.

La tropa lleva ya hora y media a discreción, cada uno se ha sentado ya donde ha podido, el cetme no saben donde colocársele, y los suboficiales están algunos apoyados contra la pared, que es el único sitio en que se puede tomar la sombra.

A lo lejos, y levantando polvo se ve acercarse a velocidad moderada un coche oscuro, un sargento se acerca a la tropa.

- Venga correr, a formar. Firmes…..ar. A cubrirse…..ar.

Los suboficiales tiran precipitadamente los cigarros, se ponen la gorra, se colocan bien la guerra, se sacuden un poco los zapatos que tienen polvo. Y el Sargento que está ordenando a la tropa precipitadamente, continúa dando ordenes mientras el coche, con calma pero sin parar se acerca y ya está casi encima.

- Media vuelta…..ar.

Cuando llega el coche a la altura de la tropa, está perfectamente formada, el Sargento en Cabeza firmes y saludando, el resto de Suboficiales también firmes.

El coche no se para, no mira siquiera, resulta que con el polvo no se veía bien, es el coche que viene a traer las tortas de leche al hogar del soldado.

- Descansen….ar. A discreción.





NOTA DEL AUTOR: Esta entre triste y alegremente triste, es totalmente real, lo único que no coincide con la realidad son los nombres de los protagonistas, que sí, los de los actores secundarios.
 

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  HISTORIA DE LA MILI II
Un día de tantos.

La noche se deja sentir plácida, serena, silenciosa, tan solo algún coche que otro se oye pasar por la puerta del acuartelamiento de Tentegorra. Tres soldados charlan en corrillo mientras otro sentado en un banco de madera se le abre la boca. Hace como dos o tres horas que tocaron silencio, y un soldado con ropa de paseo, alto, esbelto, tieso como un banderillero, y con la estabilidad algo menguada, posiblemente por el efecto de algunas cerveza, tiende la mano al soldado que con uniforme azul y gorra negra, le abre la puerta, y así continua saludando a todos los que se va encontrando a su paso.

A Santiago Gómez Araujo, alías el Corso, es lo que su familia en su pueblo, en la provincia de Jaén le ha enseñado, la amistad, llevarse bien con todo el mundo, la cortesía, los modos. Santiago el Corso, no suele salir de paseo, suele quedarse todas las tardes en la Compañía saludando a sus compañeros, tendiéndoles la mano, pero hoy, se conoce que se le ha antojado estirar un poco las piernas.

El Teniente Ribera, de la segunda compañía de carros, que está de Oficial de Guardia, un poco sorprendido por tanto protocolo, y sobre todo por las horas, se acerca a Santiago el Corso, y llevándose la mano a la nuca le lanza un saludo militar. Santiago, a pesar de que no domina mucho en este momento mantener su cuerpo en situación vertical, lo que no ha perdido, ni piensa perder son los modos, por lo ha cogido el brazo del Teniente, y tirando con suma corrección de él, le ha dicho.

.- Baja la mano, baja la mano.

Cumplido que le ha costado al Corso, un mes de calabozo.

Los furrieles parece que cada vez se enteran menos, cuanto más tiempo llevan más reclamaciones hay al Servicio. Esta noche ha habido varias incidencias durante la retreta, cuando el Cabo 1º Cabello, que está de Semana, ha leído los servicios para mañana.

- Capitán de Cuartel para mañana. Capitán Don José Ignacio Leiva Olarte.
- ¡Presente……..y reclamación!.
- ¿Cómo que presente y reclamación?.
- Si mi primero. Yo no puedo estar mañana de Capitán de Cuartel, porque estoy rebajado por el médico de todo tipo de servicios.
- ¡Vamos a ver!........¿Tu eres tonto verdad?..............!Tu……..eres…….tonto chaval!.........¿Tu eres el Capitán Don José Ignacio Leiva Olarte?.
- ¡Ah!...........no……….es verdad……………me he equivocado, creía que había dicho Santiago Gómez.

Santiago Gómez Araujo, alias el Corso, desde aquella noche que volvió tarde, y que por un asunto de cortesía con el Teniente Ribera, tuvo que pasar un mes en el calabozo, ya no es el mismo que antes.

- Seguimos con los servicios.
- Para mañana, Centro de Baños, Manuel Valdivieso Mata.
- ¡Presente……………y reclamación!
- Vamos a ver Canario……..¿tu eres Valdivieso?
- No mi primero, yo soy José Brito Rodríguez.
- ¿Entonces por qué dices presente y reclamación vamos a ver?.
- Porque a Valdivieso no le pueden poner de limpieza de aseos, dijo el Capitán que yo no podía faltar de ahí, y el servicio me lo tienen que poner a mi, igual como todos los días, o si no, se lo digo mañana al Capitán y le mete un paquete al furriel y otro a usted.
- Bueno, pues se lo dices mañana al Capitán.

La verdad, es que las retretas son complicadas en todos sitios no solo en la Plana de Carros. Hace unas noches, en la Plana de Motos, cuando en el mismo momento en que el Sargento de Semana estaba diciendo “firmes y descubrirse a la orden”, pasaba por detrás, Santiago Gómez, el Corso, que se le había apetecido dar un paseo por dentro del cuartel, ya que no se le estaba permitido salir, y cuando se le llena el espíritu, se da una vuelta, al ver que la compañía se había puesto firmes, desde el fondo, desde donde más oscuro estaba, bajo los eucaliptos se le ocurrió decir:

- Sargento, manda descanso.

Santiago Gómez, el Corso, que es un hombre sencillo y bonachón, no le gusta que se molesten formándole las compañías por donde pase. Y esta vez, a punto ha estado, de dormir otro mesecito en el calabozo, por intentar ser galante y educado. Si no hubiera sido porque el Capitán de su compañía, conociendo los antecedentes, medió para que no tuviera que cumplir el arresto, cosa que según el Corso, ennoblece al Capitán.

El Corso, se tira todas las mañanas, en la Compañía, sentado en un banco de madera limpiándose las botas. Las botas del Corso, están como debieran de estar todas las botas, limpias y que parecen de charol, si todo el mundo tratase así el calzado otra cosa sería. El Corso, se afeita tres o cuatro veces al día, tiene la cara, como las botas, que parece de charol, y porque Brito, el Canario, responsable de la limpieza de los baños, no le deja pasar, y tiene que ir a los baños del Batallón a afeitarse, que si no, las tendría más limpias aún.

Un Sábado de Gloria, por la mañana, cuando el Sargento Campos que entraba de guardia llegó a la explanada del Regimiento, con los soldados entrantes formados y esperando relevar, no se dio cuenta, cuando dio novedades al Teniente Foz, que entraba también de guardia, que le sobraba un soldado, y se tuvo que dar cuenta el Teniente. Con poco que se fije uno, se nota la gente con estudios.

- Campos……hay un soldado de más.
- ¿Cómo mi Teniente?.

Ciertamente había un soldado de más, pero a ver quien era. Que algún soldado se haya equivocado o halla llegado tarde a la formación para relevar la guardia alguna vez ha sucedido. Pero que alguien forme en la Guardia, sin tener que hacerlo, es la primera vez que le ha pasado al Sargento Campos, al Teniente Foz, al Capitán Lázaro que está hoy de cuartel y el mismísimo Coronel Aleñar.

- ¿A ver quien está en la formación que no tiene guardia hoy?.

Nadie, allí nadie dice esta boca es mía. Menos mal que el Sargento Campos, que está en transmisiones bajo las órdenes del Teniente Lucena. Y en la misma sección donde también está Santiago Gómez, el Corso, le ve en la formación y sabe, que este soldado está rebajado de servicios.

- ¿Santiago, tu tienes guardia hoy?.

Santiago, que no se sabe si por lo caras que le han costado ya las amabilidades, o por que otra razón. No abre la boca.

- Santiago, tu no puedes estar de guardia.

Santiago, agacha la cabeza y no dice nada, las orejas se le han puesto un poco coloradas, pero poco, casi no se le nota.

- Anda, salte de la formación y vete para la Compañía.

El Teniente Foz, no da crédito a lo que está viendo, abre y cierra con fuerza los ojos, como si no supiera seguro si lo que pasa es verdad, o está soñando.

Santiago Gómez, el Corso, con la cabeza agachada, y dando de vez en cuando alguna patada a alguna piedra, digo que de la rabia, se va para la compañía. Los ojos los tiene llenos de lágrimas, y un nudo en la garganta, con él no cuenta ya nadie, no recuerda el tiempo que no hace ningún servicio.

Al entrar en la compañía hay un alboroto total. El Sargento de Semana, el Cabo de Cuartel, el furriel de armamento, Pedro Pedrero, Brito el Canario, todos locos y dando voces.

- ¡Vamos a ver Pedrero!..........¿Donde habías dejado el Subfusil, con los cargadores y las trinchas?.
- Encima de la puerta del baño mi Sargento. Decía Pedrero llorando.
- ¿Pero por que has tenido que pasar al baño?. Si está recién fregado. Gritaba Brito, el Canario.

Lo cierto es que Pedro Pedrero, de Fuente Alamo, conductor de la SERECO, en un rato que ha tenido libre, ha pasado al baño aprovechando que el Canario no estaba. El Canario tiene una fregona cruzada en puerta que indica que no se puede pasar, pero la fregona lleva en esa posición algo más de tres meses, desde que está el encargado de la limpieza. El caso es que Pedrero, aprovechando que Brito el Canario, había salido de la compañía a sus cosas. Ha entrado a mover un poco el vientre, que hace tiempo que está estreñido, ha colgado las trinchas con los cargadores y el subfusil en la puerta, y no ha vuelto a saber nada más.

En medio de la crispación, ha pasado Santiago Gomez, el Corso, cabizbajo, triste, con un Subfusil, unos cargadores y unas trinchas, que ha encontrado colgados en la puerta de un baño, los ha cogido y ha salido corriendo detrás de los que iban a relevar la guarda. Se ha sentado, con los ojos llenos de lágrimas, y nadie se ha dado cuenta de él, mientras los demás discuten, y vocean buscando el subfusil, los cargadores y las trinchas de Pedrero.
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Ramón Hogueras Riballo, el Tronco.
HISTORIA DE LA MILI III
Esta historia es totalmente real, lo único que no coincide es el nombre de los personajes.

- Aquí águila ciento diez a águila ciento uno…..Cambio.
- …………………….

Ramón Hogueras Riballo, alias el Tronco, es natural de Vallecas, y esta noche, como la mayoría, no duerme en su cama. La verdad es que Ramón Hogueras, el Tronco, nadie sabe como se las apaña pero cuando no está de Guardia en C4, está de Guardia en Antíguones, o en Tentegorra, o Dios, el furriel y él sabrá donde, porque hay lenguas mal intencionadas que dicen que ha Ramón Hogueras, el Tronco, cuando no tiene nada que hacer, se le ha visto haciendo alguna guardia en el Regimiento de Infantaría de Marina o en el de Ingenieros, pero es algo que no hay que tener en cuenta, la gente dice muchas cosas.

El Turu, que es un poco cabrón, le dice que menudo enchufe tiene y que a ver a quién se habrá agarrado que tiene más guardias que nadie. Y Ramón Hoguera, el Tronco, que vuelve que no puede con su alma, tirando del Subfusil como quien va tirando de un perro, le mira y no dice nada, no tiene ni ganitas de decir esta boca es mía.

- Aquí águila ciento diez a águila ciento uno…..Cambio.
- …………………….
- Responda águila ciento uno….Cambio.
- …………………….


Ramón Hogueras, el Tronco, dice que se ha dejado una novia en Vallecas que viste con botas militares, con mallas negras, lleva el pelo naranja, y vive con un perro. Ramón Hoguera, tiene también una “vieja”, que le manda cien duritos de allá para cuando, y el primer día que pilla y que no tiene guardia, no se lo piensa, se pone su ropa de bonito, se afeita, pide a algún coleguita una poquita de colonia, se la hecha en la cara, se pone una muda limpia por si le hace falta y se va a tomarse unas birritas. Un día es un día.

Cuando vuelve Ramón Hoguera, el Tronco, de pillar sus birritas, viene diciendo asquerosos y pringados a todo el mundo, dice que están todos quemados, y que el día que se licencie no va hacer más guardias en su vida, ni se va a poner la gorra nunca más, pero se le pasa enseguida, porque en la retreta le colocan otra guardia para el día siguiente, y se conoce que el aire de la garita le levanta ánimo y le serena el espíritu. Ramón Hoguera, el Tronco, dice muy a menudo que se caga en su estampa.


- Aquí águila ciento diez a águila ciento uno…..Cambio.
- …………………….
- Responda águila ciento uno….Cambio.
- …………………….
- ¿Me escucha águila ciento uno?....Cambio.
- …………………

A Ramón Hoguera, el Tronco, le sudan los pies como a nadie, tiene las botas podridas del sudor, y muchas veces a penas puede andar. El Turo, que duerme en la litera de encima, le dice algunas noches que se mire los pies a ver si es que se le han muerto, porque ese olor no es normal, y el Tronco después de contestarle: - “Turu, que asqueroso que eres”., se mira los pies y mueve un poco los dedos, sin que se de cuenta nadie, no vaya a ser verdad. El Tronco se las tira de macarra y canalla, pero en el fondo es un solitario sentimental.

Ramón Hoguera, el Tronco, está todo el día con las trinchas, los cargadores, el subfusil y un chusco en la mano, pidiendo una latita, a ver si alguien le da algo para meter en el pan: - “una latita tronco”. Al final el Tronco remata comiéndose el chusco a secas, aquí no hay coleguitas ni hay nada, sois todos unos asquerosos. El Turu, siempre ha dicho que el Tronco, se parece mucho al lobo de dibujos animados que sale en la televisión en la publicidad de Turrones el Lobo, y el tronco siempre le ha dicho que el se parece a un asqueroso.

Ramón Hoguera, el Tronco, además del permiso que le dieron cuando juró bandera, cogió también el permiso oficial, fue las dos únicas veces que en trece meses fue a su casa, digo que con tanta guardia no le daba tiempo. Ramón Hoguera, el Tronco, cuando estaba en su casa debe de ser que no se apañase así de pronto a cambiar de vida, y a la hora de diana, se salía al balcón, con una fregona o con un cepillo de barrer, y se tiraba las horas muertes, debe de ser que no lo podía evitar.

Ramón Hoguera, el Tronco, como no estaba acostumbrado a coger permisos, cuando volvió del ofical, a punto estuvo el Interventor del tren de entregarle a la Policia Militar en la estación de Murcia. El Tronco, se tomó en el tramo entre Madrid y Albacete, todos los botes de cerveza, que le dieron de sí, los duros que le había dado su vieja y otros que le habían pasado unos coleguitas de un trabajillo que hicieron a medias, y entre Albacete y Murcia, se tiró llamando asquerosos a todos los compañeros de su Compañía que compartían ese tren. A Ramón Hoguera, el Tronco, nadie le tiene en cuenta cuando dice esas cosas, porque saben que según te está diciendo asqueroso te está dando un cigarro, el Tronco no tiene rencor, el es que habla así.

Cuando Ramón Hoguera, el Tronco, molestó tres veces al Interventor del tren, para decirle que se había dado cuenta que venía otro vagón siguiéndonos, el Interventor, que parecía un poco asqueroso dijo que en cuento llegásemos a Murcia se lo diría a la Policía Militar, luego al final digo que se le olvidó al hombre, o no quiso molestar al Tronco que se había quedado dormido.


- Aquí águila ciento diez a águila ciento uno…..Cambio.
- …………………….
- Responda águila ciento uno….Cambio.
- …………………….
- ¿Me escucha águila ciento uno?....Cambio.
- …………………
- ¿Vamos a ver imaginaria nadie puede decirse al tio ese de águila ciento diez y águila ciento uno que se calle?. Aquí es que no hay noche que se pueda pegar ojo.

Y esque Santigo Gomez, el Coros, sueña a veces, en voz alta, y se nota que está en transmisiones, porque se tira toda la noche así. Hay noches que Alberto Sanrubia, que también está en transmisiones, y que también sueña en voz alta y desde la otra punta de la compañía responde.

- Aquí águila ciento uno…..Cambio.
- Dígame su posición águila ciento uno….Cambio.
- ¿Cuala (no está mal escrito, es que Sanrubia lo dice así) posición?.

Y así pasan las largas y plácidas noches en la Plana de Carros, entre sueños, deseos y ganas licenciarse. Sobre el cielo de Tentegorro brilla esta noche una majestuosa luna en cuarto creciente, y si se fija uno bien se ve el Camino de Santiago, da la impresión que Cartagena está durmiendo, y una pequeña lucecita intermitente en el cielo delata la presencia de un avión.
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            Aquí os dejo, las hojillas de los rebajes que nos daban. Con el sello de Prohibido hacer auto stop.

En la Navidad del año 81, me dieron unos días de permiso para Nochebuena, salí del Cuartel a eso de las seis de la tarde, y tenía que llegar a mi pueblo, Almadén, en la provincia de Ciudad Real, en el punto donde confluyen las provincias de Córdoba, Badajoz y Ciudad Real. Hasta Alcázar de San Juan, no tuve problema, pero a partir de ahí, siendo ya las once de la noche, y a unos doscientos kilómetros de mi pueblo no me quedó más remedio que hacer auto stop.

Tuve que subir a tres vehículos distintos, un camión, y un coche con unos trabajadores de un Banco, me dejaron en Abenojar a eso de las siete de la mañana. Yo aunque de uniforme iba con la corbata quitada y la gorra en el petate. En ese pueblo de la provincia de Ciudad Real, me cogió un coche, con un señor muy serio que me dijo que si quería subir al coche que me pusiera inmediatamente la corbata, y llevase la gorra en la mano. Era Coronel de Artillería. Así que tuve que colocarme todo bien.

Cuando llegué a mi pueblo, me bajé, y volvía a quitarme la corbata, desabrocharme la guerrera, y meter la gorra en el petate. Y al llegar al Ayuntamiento, vi desde largo que estaba la Guardia Civil en la puerta y entre ellos un Teniente. Por lo que tuve que volver a ponerme todo correctamente, no fuera este hombre a decirme algo. Al pasar a su altura, les saludé correctamente, ellos a mí también, y llegué por fin a casa.


                                                                                                              

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UN NUEVO LLAMAMIENTO.

La “caló” hace un tiempo que se siente en todos sitios, hace calor en la cocina, al aire libre, hace calor en los instrumentos, en las farolas, en los carros, hace calor en todos sitios, hace calor hasta en el palo de la bandera. La mesa en el centro del cuarto de la Banda está llenas de gorras, entre los pinos y tras la cocina sonidos de tambores a discreción. Alguna gaita tocando una muñeira, y varias cornetas haciendo labio. Do…..Mi…..La#, no, no, que no. Que la última te queda baja. Mira Do…..Mi…..Sol. ¿Lo ves?. Así. A ver ahora tú. Do……Mi…..Sol#. Tampoco, ahora te ha quedado alta la última. Mira Sol…Sol…Sol…. Prueba tú. Do….Mi….La#.

Hoy para muchos soldados es un día de alegría, por fin el nuevo llamamiento se ha incorporado ha hacer servicios, y para los más veteranos ha supuesto un alivio.

- Ya os podéis ir al desayuno pijo. Pero en media hora aquí todo el mundo. ¿Has oido pichatriste?, que siempre eres el último. – Son las palabras mágicas del Brigada Navarro para que todos se tiren al montón de gorras a coger cada uno la suya y salir corriendo para la compañía a por el bocata de sobrasada que guardaron del desayuno –

El Turu, marcha tranquilamente para su Plana de Carros, sabe que si llega un poco tarde ni le echan de menos. Comienza a ver la puerta de la compañía desde lejos. El puerta es un pollo nuevo, asturiano, que hace hoy su primer servicio, al lado, en un banco tres soldados toman sus bocadillos, y al otro lado, otros tres charlan tomando los suyos a la sombra de un eucalipto.

Ante tanto compañero comiendo al Turu comienzan a entrarle las prisas para coger el suyo, pero cuando está ya casi en la puerta, grita el soldado nuevo.

- Compañía, el Brigada………….
- Firmes,……Firmes,……Firmes…….

Allí todo el mundo se queda firmes, el Turu con sus ganas de coger su bocata, los que ya le tienen, en pié, y con el a medio comer, a quien les ha pillado con la boca llena ni mastican. Allí, todos firmes y no sale nadie.

Cuando llevan algo más de un minutos todos firmes, sale un Sargento, también nuevo de IMEC, que es de las primeras veces que se le ha visto por allí, y sale a la puerta, se cuadra y saluda mientras dice.

- A la orden de ústed mi Brigada, sin novedad en la compañía.

Al Turu, le da la impresión que se está dirigiendo a él, pero no puede ser, lo más probable es que el Brigada esté tras él, y no le esté viendo. Allí no se mueve nadie, el Sargento no Baja la mano del saludo, los soldados todos firmes.

- Mi Sargento, ese no es ningún Brigada, es el Turu. – Dice el Simi, el Cabo de Cuartel –
- ¿Entonces porque llevas una gorra de Brigada?.

Al Turu le recorre un frio por todo el cuerpo, en su posición de firmes, se quita tímidamente la gorra, la mira, y se da cuenta que con las prisas de salir todos corriendo para tomar el bocata, se ha puesto la gorra del Brigada Navarro, y este se habrá puesto la suya.

- Descansen….., continuad…………..
                    

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RETEN DE INCENDIOS


  Antonio Prieto, natural de un pueblo de Córdoba que no viene al caso, es conductor de un camión, y está destinado en la Plana de Carros. Prieto, debe de ser un chico bien parecido y con buena labia y presencia, aunque parezca un gato escaldao, patilargo, con cara de niño y cuando habla utilice las letras que le vengan en gana y cambie las que quiera, como dice que se hace en su pueblo. Y es que no hay día que no se eche su colonia, se afeite la poca perilla que tiene y salga por Cartagena llevándose a las mozas de calle.

- Turu, killo, ties que haserme un favo polagloriademimadre (el lo pronuncia así, todo junto) esta tarde y no pues desirme que no, que he quedao con una tía que está pa mohá pan.
- ¿Qué quieres que haga yo si tu has quedado con una tía?.

  El Turu está en su camareta, escribiendo una carta a su novia, al muchacho se le ve afición por eso de la escritura, aunque no parece que tenga muy buena letra. Por las tardes, mientras Prieto, el Tronco, Pedrero, Motilla se dan su Varón Dandi en la cara, se limpian los zapatos y se visten de guapo, para salir de paseo a hacerle la competencia a la Armada Española, rompiendo corazones a las mozas por las calles de Cartagena. El Turu, se queda escribiendo a su novia, debe de ser que el pobre no tiene tanto éxito con la labia como con la escritura.

- Cucha killo, ezta tarde tengo retén de incendio, lo únikito que ties kacer es sacar el camión a la explana, cuando toquen a formá el retén.
- Pero si yo no he conducido en mi vida un camión, ni se como se hace eso.

  No se sabe muy bien si es que a Prieto no se le entiende casi lo que dice, o que se le entiende demasiado, el caso es que en lo que tarda un cura loco en santiguarse, el Turu está en el escalón de autos, subido en un camión, siguiendo las instrucciones de Prieto, y dando con él, una vuelta por la explanada.

- No ves killo lo fasil kes?.
- Que me van a conocer, que saben que yo no soy conductor, que soy gaitero.
- Killo cuxha, no le va a asé tu un favo a un coleguita?. Tu te sube en lo arto el camión cuando toquen retén y yastá pixa, no paha na.

  Como tres cuartos de hora han pasado desde que se han ido los del paseo, cuando ha sonado el toque del corneta de guardia, llamando a formar al retén de incendio como todas las tardes. El Turu, sin haberla visto más gorda en su vida, ha ido al escalón de autos, ha puesto en marcha el camión, le ha sacado a la explanada y le ha parado junto a un Land Rover, y a un grupo de unos veinte o treinta soldados que estaban formados bajo el mando del Alferez de IMEC Viada, también de la Plana de Carros.

- Subiros al camión que dicen que se ve humo por el barranco de los Sánchez. – ordena el Alferez -

  Al Turu le ha entrado un frío por todo el cuerpo con eso del fuego, que no se atreve ni a moverse, es incapaz de poner el marcha el camión, mientras los soldados suben a la caja, un Cabo primero entra en la cabina junto a él, y el Alferez, junto con un Sargento y otros soldados suben al Land Rover.

- Pon en marcha el camión ya de una vez joder, que cuanto más tardemos más grande va a ser el fuego.
- Alferez. ¿Dónde vais?.
- A sus órdenes mi Capitán. Al barranco de los Sánchez, que parece ser que se ve humo por aquella zona, a ver si hay un incendio.
- Nada, te vas tu con el Sargento en el Land Rover, y echáis un vistazo, y con lo que veas avisas y ya veremos lo hacemos. – Ordenó el Capitán Lázaro que estaba de cuartel –
- A sus órdenes mi Capitán.

  Los soldados y el cabo primero bajaron del camión, ignorando de por vida las gracias que deben de dar al destino, y al Capitán de Cuartel, que les acaba de salvar la vida, frustrando ese viaje que tan poca seguridad ofrecía el improvisado conductor al volante. Mientras el Turu por la compañía se ha puesto a buscar otro conductor de camión por si acaso había que salir con la tropa a apagar el fuego, pero siempre pasa lo mismo se los ha tragado la tierra a todos, ni allí, ni en el hogar del soldado, ni en ningún sitio encuentra un conductor. Al Turu no le ha quedado más remedio que encomendarse a la Virgen de la Inmaculada, para que el fuego no sea real y no haya que ir. Y esta debe de haber escuchado porque la noche se cierra sobre Tentegorra y allí no ha vuelto a sonar la corneta nada más que para el toque de oración y bajada de bandera.

!Hay si los mandos se enterasen de muchas cosas!. Menos mal que no entrarán en el for

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   Eufemio Garrido Cagalejos, alias el Trasnoche, es natural de Piedrabuena en la provincia de Ciudad Real. Eufemio el Trasnoche nació para Carnaval, a eso de la caida de la tarde, un día de San Blas cuando empiezan a llegar las cigüeñas, las mujeres fríen los buñuelos para ofrecer a las murgas, y cuando ya nadie le esperaba, a los diez meses, dicen que su madre, la Casilda la pollina, tuvo con El, el parto de la burra, y que eso le viene a ella de nación, que también tardo en nacer diez meses, y que por eso la pusieron la pollina, que si no, la habrían puesto alguna otra cosa.

  El Eufemio el Trasnoche, tiene una hernia en el testículo diestro, el siniestro le perdió en una corrida en el pueblo de Picon. Al Eufemio, cuando llego a Piedrabuena licenciado, se conoce que le entro en la sangre el gusano de la afición, e hizo sus pinitos como novillero en plazas de las de carro y talanquera, su sueño era cerrar una tarde, con una buena faena en la feria de algún pueblo cabeza de partido.

  Una tarde de la Virgen de Agosto del año que nevó para el Sábado de Gloria, la suerte le tentó en el pueblo de Picon, cuenta que salto de un carro a la plaza, y que le dio tres o cuatro mantazos bien dados a un morlaco de cerca de cien kilos, y que después de dos buenos revolcones, volvió a hacerle cara, hazaña que le costo perder el testículo siniestro (con perdón), cuando le sacaba a hombros la Luisa la Chata, porque el no se tenia en pie, y con una horquilla del pelo, sin la menor intención le pincho en el testículo (con perdón), y se le dejo huero.

  La Casilda la pollina, el día del sorteo de quintos, hizo un par de docenas de rosquillas con azúcar, y una promesa a la Virgen de la Estrella, que si a su hijo no le tocaba en Regulares, le pondría una vela, y si tuviera la suerte de caer en algún Regimiento de Ingenieros como su Agapito, le pondría dos, de si salía excedente no quedo en nada, digo que no se le ocurrió a la pobre. La Casilda la pollina, no quería que llevase su Eufemin esa lacra para toda la vida, y que le sacasen en el pueblo canciones para Carnaval, de que había servido con los Regulares, como si fuera tonto y no pudiera servir con los buenos. Y que si tuviera la suerte de que le tocara en un Cuartel de Ingenieros, podría decir en el pueblo, con la cabeza bien alta, que su hijo servia de Ingeniero, cosa que no podían decir todas.

  El Eufemin el Trasnoche, al final fue a caer en Cartagena y en Infantería, en la Segunda de Carros, como si no hubiera otro sitio, capricho que le costo a la Virgen de la Estrella no tener ninguna vela y a su furriel una pesadilla. El Eufemin el Trasnoche, en poco tiempo puso encima de la mesa su cultura, para algo le mando su madre un par de años a la escuela, y cuando bebía un vaso de vino, digo que se le ensalzaba el alma, le entraba la vena y se ponía a recitar poesías de carácter místico.

  Santa Rita, Santa Rita,
  lo que se da no se quita.

  Al Eufemin el Trasnoche, tardo el Capitán menos de quince días, en mandarle llamar y decirle, que podía irse a su casa. Pero el Eufemin que de tonto no tiene un pelo, le dijo con muy buenos modos, que de eso nada, que si se iba, en cuanto llegase a Piedrabuena le tiraban a pilón, por inútil, y que el no tenia ninguna necesidad de eso. El Capitán se dio la vuelta, se echo a la boca un poco de bicarbonato, y abrió un bote de guindillas en vinagre, que le echaba todos los días su Señora, lleno de café con leche, y un chorreon de Soberano, para matarle el amargor, y pego un trago, no muy grande, normal, se conoce que no tenia un buen día.

- Porrón, Eufemio, porrón pijo, que no es tan difícil.

  El Capitán no dijo nada, le dio un tambor, y se le paso al Brigada Fiel, el maestro de la Banda, a ver si se le arreglaba un poco lo de la ulcera al hombre. El caso es que luego se tiro toda la mili pegando golpes al parche, porque lo que es tocar, nunca llego a conseguirlo.

- Eufemio, a ver tu solito, porrón.

  El Eufemin el Trasnoche, cuando tomaba dos vasos de vino, era mas atrevido que con uno, y decía cosas como, “Álava capital Vitoria, Vizcaya capital Bilbao y Guipúzcoa capital San Sebastián”, y dejaba sin resuello a todos los que le sentían en el hogar del soldado, y no tardo en ganarse la admiración y simpatía, que demostraban con risas y bromas. Al Eufemin, no se le puede preguntar, el dice que esas cosas tienen que brotar de forma espontánea desde el adentro.

- Mira Eufemio, más fácil todavía, pan.

  El Eufemin el Trasnoche, dice que el si que se lo supo montar en el servicio, que no hizo ni una guardia, que eso lo tenían allí para quien no supiera hacer otra cosa. Dice que se enchufo con un cabo primero que iba al cuartel con una vespino roja, y todas las tardes después de comer se le llevaba a la cocina y allí se quedaba aconchabado hasta que se hartaba, de fregar el suelo, las perolas y lo que se terciaba, y así estaba quitado del medio le decía el cabo con mucho raciocinio. Dicen que una tarde, sin pensárselo, se metió media botella de orujo para el cuerpo, con un gallego de San Cibrao das Viñas, en la provincia de Orense, y que le llamaban Vila, el caso es que remato diciendo cosas como “Pi erre al cuadrado”, o “base por altura partido de dos”. El sabrá lo que querrá decir con esas cosas, comentaba el Cabo Primero de la Vespino, que era de Los Dolores.

- Eufemio, mira a este como lo hace, que no es tan difícil pijo. Porrón, pan, papan, porrón, pan, papan, porrón pan papan. Que te vas a licenciar y no vas a saber hacerlo.

  Cuentan que el Brigada Fidel por las noches se despierta dando vueltas en la cama, y le da por reinar a ver porque el Capitán le tuvo que dar al Eufemio un tambor, y no le puedo dar un buen par de cordones, y haberle puesto de gastador con el Teniente Coronel. Fidel a veces piensa que al Capitán lo que le falta es un poco de carácter, que abre mucho la mano.
 

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   Como recuerdo al General Lázaro, del que recientemente habéis puesto información suya en el foro, voy a contar una historia, no sin dar antes mi palabra de honor que es totalmente cierta, ignoro si algún lector lo recordara. ¿Se acuerda usted mi General?

Va para usted.

En una mañana de Domingo de 1.981, de cuya fecha si que quiero acordarme pero no se me viene a la memoria, digo que la cabeza la voy teniendo ya como todo. Hubo que tocar diana floreada en el acuertelamiento por parte de la Banda, por cierto, el mismo día que cambiaron la hora, dato que doy para quien sea curioso, que pueda averiguar el día.

   Un par de días antes, a la hora de las cañas, cuando el Subteniente Canto (creo recordar que se llamaba así), se ponía mas nervioso, y le entraban las prisas, nunca sabíamos por que, se despidió de la Banda, diciendo.

- El Domingo, a las seis de la mañana, aquí en el cuarto de la Banda que hay que tocar diana floreada. Todos vestidos con ropa de paseo.
- Mi Subteniente, el Sábado por la noche, cambian la hora.
- ¿Y que?
- Que a las seis de hoy, o del Domingo.
- A las seis del Domingo.
- Es que las seis del Domingo, son la siete de hoy.
- No, las seis del Domingo, son las cinco de hoy.

   El caso es que tras breve deliberación, se quedo en que las dos menos cuarto de hoy, serán las cinco y diez del Domingo, o algo así.

- Mirad, para que no haya errores, el Sábado después de comer, atrasáis una hora los relojes, y según vuestro reloj el Domingo a las seis en el cuarto de la Banda.

   Nector Torrado Tena, alias el cagaliendres, es vecino de Cabeza del Buey en la provincia de Badajoz, aunque natural de Castuera. Nector el cagaliendres, es turronero de oficio, y esta sirviendo en Infantería de Marina. Esta cansado ya de decirle a Olegario Mozos Santiso, el de la agraria, que es paisano y furriel de su compañía, que a ver si le enchufa en algún sitio que se quite de hacer guardias. Pero Olegario, muchacho culto y de buenos principios, esta cansado de decirle que la armada no necesita turroneros, que en todo caso si hubiera sido zapatero o barbero que todavía, y que apretándole mucho guarnicionero, pero que la gente aprende oficios tan raros, que luego no sirven para nada. Y no se a cuento de que digo todo esto, ya se me ha ido el hilo.

  Bueno, que dicho y hecho, todos los de la Banda a las tres menos veinte de la tarde del Sábado, pusieron sus relojes a las dos menos veinte. No hubo grandes problemas en la tarde-noche del Sábado, alguno que tuvo que estar esperando en la puerta del comedor una hora hasta que abrieron para cenar, dos que llegaron tarde de paseo, y otro que no formo a retreta en la Plana de Motos, porque se había acostando antes, por un error de calculo horario.

  Lo que si es cierto, es que todos, el Domingo a las seis de la mañana, como un clavo, estaban en el cuarto de la Banda formados, y a paso de maniobra, llegaron a y cuarto junto al monolito, donde tenían que tocar la diana floreada.

  Ese Domingo, digo que sus compañeros estaban enchufados y le toco a el, estaba de Capitán de Cuartel, nuestro estimado General Lázaro. No pasaron mas de cinco minutos, cuando se le vio venir desde el cuerpo de guardia, rígido, con las brazos estirados por el cuerpo como si viniera firmes, con los puños apretados, casi tanto como la mandíbula. Al llegar casi a la altura de la Banda, se oye una voz que sale de entre los soldados y que hay quien dice que se oyó hasta en Grupo Logístico, “Lázaro levántate y anda”.

 - A la orden de usted mi Capitán, lista la Banda para tocar la diana floreada.

  Repuso el Subteniente Canto, firmes y con la mano en la sien como si se quisiera pegar un tiro, cuando era de día por todo el mundo.

- ¿Diana floreada?..... ¿Diana floreada vais a tocar a las ocho y media de la mañana?.... ¿Diana floreada? ….^^^^[___--¿=¨¨#&66….##(==). Continuo diciendo el Capitán.

  ¡Ah!..Perdón...ya me acuerdo de lo que quería decir antes cuando se me ha ido el hilo. Que Nector, el turronero de Infantería de Marina, que estaba esa mañana de guardia en la puerta de la Algameca, le pregunto por la tarde al Turu, junto al submarino Peral, que si había pasado algo por la mañana, a eso de las ocho y media, que se habían oído desde allí, las voces del Capitán.

   El caso es que a las palabras del Capitán, el Subteniente no supo que contestar, no dijo ni que si ni que no.

- Os dais la vuelta y os vais de mi vista, que ya tendrás noticias mías.

   El Subteniente, con casi cuarenta años más que el Capitán, los ojos inundados de lágrimas, y un nudo en la garganta, solo se le ocurrió decir.

- Cabeza variación derecha…ar…….De frente, paso de maniobra.
- ¡Quietos!....- volvió a decir el Capitán -. O sale ahora mismo el que ha dicho “Lázaro levántate y anda”, o se tira la Banda a paso ligero hasta que vuelvan a cambiar la hora.

  Tras un largo silencio, se oye una voz.

- Yo mi Capitán, yo he sido. – Dijo Domingo, el del tambor-
- Vete inmediatamente al Cuerpo de Guardia que te voy a decir yo lo que vas a hacer.

   Ante el asombro de toda la compañía, Domingo volvió entero a la hora de la cena. Según cuenta, tras pasar unas largas horas de acojono, hasta por la tarde no fue a verle el Capitán, quien le dijo que por ser la primera vez, por demostrar valor y compañerismo, no iba a pasar nada, y que se podía ir para la compañía. Pero como se volviera a repetir, el próximo iba a estar en el calabozo hasta que echase de nuevo los dientes que iba a escupir de la hostia que le iba a dar.
 

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   A veces, he sido tentado a abrir un hilo, en el que se hable de las personas ilustres que pasaron por nuestro Regimiento, como es el caso de Don Camilo, pero ante el temor de que por modestia, nadie quisiera mostrar sus propios triunfos, que la vida ha tenido a bien proporcionarle, tras el paso por la Infantería española, me tomo la libertad, de hacer referencia, a algunos de mis compañeros de reemplazo, que están disfrutando de la gloria del éxito.

   Pedro Pedrero.- Pedro Pedrero, alias “el pedrero”, natural de Alhama de Murcia, en la provincia de Murcia. El pedrero, gracias a su servicio militar, se introdujo en el mundo del transporte, comenzando su andadura como conductor en la SERECO, llevando al Teniente Jerez, por esos cerros próximos a Tentegorra, en busca de caminos de cabras, de pozos abandonados, y de árboles dotados de lustrosa copa que proporcionaran buena sombra.

   En el día de hoy, es un hombre de éxito, con un negocio propio de transportes, repartiendo gaseosas y batidos de vainilla, con un motocarro en el pueblo de su señora, Fuente Álamo, en la provincia de Murcia, donde se instalaron tras contraer matrimonio.

   Pedro Morante.- Pedro Morante, alias “el negro”, natural de Elche, en la provincia de Alicante. El Negro, presto su servicio en el escalón de autos del Batallón de Carros. Arreglando pinchazos de whillys, y cambiando aceite a los camiones que habían sobrado de la Guerra Civil.

   Hoy, tiene su propio negocio en Guardamar de Segura, provincia Alicante, donde no se le había perdido nada, pero tuvo el destino el antojo de llevarle. Lleva diez años largos, soportando sobre sus espaldas, la responsabilidad que le requiere su oficio de aparcacoches, en la calle del polideportivo. Es el claro ejemplo, del hombre que se hace a si mismo.

   José Valdivieso.- José Valdivieso, alias “el quemao”, es natural de Ibi, en la provincia de Alicante. Presto su servicio en el escalón de autos del Batallón de Carros. La verdad es que Valdivieso, el quemao, nadie supo durante todo el servicio, cual era en realidad su función dentro del escalón, porque nunca se le vio hacer otra cosa, que dar vueltas, quejarse, pinchar a sus compañeros, y escaquearse de sus jefes.

   Hoy se ha instalado en Ibi, su pueblo natal y el de su señora, y esta de encargado en una empresa con ramificaciones por toda España, llamada “lavamania”, dedicada a la limpieza de vehículos turismos, y es su responsabilidad todo que tenga que ver con las aspiración mecánica. (Pasar el aspirador a los coches por dentro).

   Por último, y para no cansar mas al lector, voy a hablar de un servidor de ustedes, y ya continuare en otra ocasión con otros compañeros.

   Francisco Muñoz.- Francisco Muñoz (para servir a Dios y a ustedes), alias el Turu, es natural de Almadén, en la provincia de Ciudad Real. Durante el servicio militar tuve la enorme suerte de estar en la banda, bajo la instrucción, formación y dirección, de la batuta del Brigada Fidel, llegando al empleo de soldado.

   En la actualidad, continuo recopilando éxitos en el mundo de la música, de platillero suplente de la banda de mi pueblo, recayendo sobre mis hombros la responsabilidad de llevar bajo el brazo la carpeta con los papeles del resto de los músicos, y de sustituir al platillero titular en caso de que no acuda, en todo un pueblo cabeza de partido.
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  ESCRITO EL DÍA 10 DE DICIEMBRE DE 2010

 Estimados compañeros, lamento profundamente no haber podido compartir con vosotros el dia de la Patrona, pero obligaciones profesionales me lo han impedido.

   No obstante, por si alguno le apetece entretenerse, os envío un documento, obtenido de WikiLeaks, que no tiene desperdicio.

Ayuntamiento de Peralejo Viejo.
Acta: nº 27/10
Asunto: Corrida del día de la Virgen


  Tras los acontecimientos acaecidos en la tarde ayer en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Peralejo Viejo, por parte de un grupo de jóvenes incontrolados del pueblo, entre los que se encontraban ecologistas, antitaurinos y el grupo de coros y danzas “el rosel”, oponiéndose a la corrida de toros prevista para el día de mañana, celebración de la patrona del pueblo, “La Virgen de la Inmaculada”. Se reúne La Comisión de Gobierno del Exmo. Ayuntamiento, en sesión extraordinaria, compuesta por las autoridades que seguidamente se dirá, con el siguiente

ORDEN DEL DIA.

1.- Declaración del estado de Alarma por todo el día.
2.- Presentación de la propuesta de corrida.
3.- Ruegos y preguntas
4.- Votación y Aprobación si procede.

Componen la comisión de Gobierno y Crisis.

Don Eliécer Gómez de la Peraleja y Sanchez-Trijueque (Ilmo. Sr. Alcalde Presidente del Exmo. Ayuntamiento)
Don Casimiro Alberca Lapiedra (Concejal presidente de la Comisión de Festejos).
Don Ladislao Chaparro del Monte (Concejal delegado del Cementerio).
Don Gervasio Herrero del Hierro (Concejal del Matadero)


1.- Declaración del estado de Alarma por todo el día.

Toma la palabra el Eli, quien expone a los asistentes, que el lleva de Alcalde mas de seis años, y que a el nadie le echa un pulso y se va de rositas, por lo que propone a los asistentes la declaración del estado de Alarma.
El Ladislao pregunta que eso que es lo que es.
A lo que responde el Eli, que quedan militarizados todos los que tengan que ver con la corrida y el que se niegue a colaborar, se le tira al pilón, y seguidamente se le mete en el calabozo del Ayuntamiento hasta Pascuas.
El Ladislao, comenta que “a bueno”, y que el mientras haya toros, le parece bien.
El Eli, dice al Secretario, que haga el favor de no poner en el acta más veces el Eli, y que ponga Ilmo. Sr. Alcalde.
El Secretario, no pone objeción a ello.

2.- Presentación de la propuesta de corrida.

Tras larga deliberación, la propuesta de corrida queda de la siguiente forma.

Presidirá el Capitán del Ejercito del Aire, y vecino del pueblo, Don Sixto Pérez Escobar, el Secretario se queda encargado de ir a llevarle el recado a la Residencia de Ancianos.

El montaje de la plaza, correrá a cargo del Regimiento de Ingenieros numero 46, con carros y talanqueras, aportados por los vecinos afines a la causa del bando de la alcaldía.

El cartel estará compuesto por dos diestros pertenecientes al cuerpo de especialistas matadores-novilleros de la unidad de veterinaria del Ejército de Tierra, el Brigada de La Legión Don Ángel Pinos Limón y el Sargento Primero (en situación de reserva) del cuerpo de Gastadores Descalzos del Regimiento de Infantería 352 Don Eulalio Larrondo Parra.

La cuadrilla estará formada por un grupo de Ex Cabos Primeros voluntarios del Regimiento de España, que tienen una asociación para dar coberturas a emergencias de esta indole, entre otras.

El reparto de bocadillos entre el publico y del botijo del agua para quien lo necesitase, será responsabilidad del Tercer Regimiento de Intendencia. La Unidad de Música de Infantería de Marina, del Tercio Poniente, tocará Amparito Roca y Marcial eres el más grande, para amenizar el festejo. De los Servicio Sanitarios se encargara la Unidad Militar de Emergencias (UME). Y por si no se llenan las localidades, actuarán como reten para llenar la plaza, dos compañías del Infantería del Regimiento Los Pozuelos de Arriba.


3.- Ruegos y preguntas.

El Gerva pregunta que si va a haber de todo menos toros, que si nadie se ha acordado de que se van a necesitar un par de toros.
El Eli, perdón, el Ilmo. Sr. Alcalde Presidente, manifiesta que es verdad, pide perdon, y manifiesta que de eso no se había acordado, que ignora si habrá toros militares, que vayan a la Residencia de Ancianos a preguntárselo al Presidente Capitán del Ejercito del Aire Don Sixto, y que si este hombre no se acordara, porque según dicen no conoce ni a los hijos, que lo pregonen por el pueblo.
El Secretario pregunta acerca de lo que hay que pregonar, que si cree necesario que pregonen que don Sixto no conoce ya a los hijos.
El Ilmo. Sr. Alcalde, dice que lo que hay que pregonar, es que no hay toros, que si alguien del pueblo los puede prestar, que el Ayuntamiento no tiene para pagarlos.

4.- Votación y Aprobación si procede.

Tras Breve deliberación a mano alzada, queda aprobada la propuesta por unanimidad.

Se levanta la sesión cuando son las 22 horas 30 minutos del Martes 7 de Diciembre de 2.010
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